Más de 200 familias que viven en la pobreza extrema ganan, en promedio, R$ 19.000 por mes con el cultivo de la palma aceitera. Son parte del Programa de Integración y Agricultura Familiar de Agropalma, un proyecto que existe desde hace dos décadas y ha transformado la realidad social y económica en la región noreste de Pará, donde está ubicada la empresa.
Agropalma trabaja en el estado desde hace 40 años y casi el 25% de su producción total de aceite de palma proviene de la agricultura familiar y de productores integrados.
Cuando se implementó el proyecto, en 2002, había 50 familias participando en el proyecto. Desde entonces, ese número se ha cuadriplicado y, hoy, son 203 familias. “Empezó como si fuera una reforma agraria: el gobierno separó algunas tierras, asentó a las familias, un banco ayudó con algún financiamiento y Agropalma comenzó a brindar asistencia técnica e insumos, como fertilizantes, a estas familias”, explicó André Borba, director agrícola de la empresa.
También destacó que los agricultores atendidos por el programa eran personas en situación de vulnerabilidad social, que vivían por debajo de la línea de pobreza. Ahora, se han convertido en dueños de su propio negocio, incluso contratando mano de obra para ayudar con las actividades agrícolas.
“Creemos en los pequeños productores y fomentamos el trabajo de estos productores locales para ayudar al desarrollo social y económico de la región. Es muy gratificante ver a un padre y madre campesinos decir que su hijo está en la universidad y puede mantener sus estudios gracias al trabajo con el cultivo de la palma”, comentó el ejecutivo. “Familias que antes estaban en la línea de pobreza ahora están bien”, reafirmó Borba.
El gerente del Programa de Integración y Agricultura Familiar de Agropalma, Luis Felipe Bigarelli, señaló que la empresa garantiza la compra de toda la producción de estas familias. Necesitan seguir todos los trámites legales para realizar la actividad y que sus frutos sean adquiridos por la empresa.
“Su trabajo no puede ser en áreas que están siendo degradadas. Si contratan personas, deben hacerlo legalmente, con un contrato formal. Es una serie de requisitos que debemos cumplir tanto ellos (los productores) como nosotros (la empresa) para que la cadena productiva sea un proceso legal, dentro de la ley”, resaltó.
Además de las familias de agricultores, la empresa también cuenta con 44 productores integrados que también cultivan palma aceitera y venden su producción a Agropalma. “Hay dos grupos de productores a los que servimos. La diferencia entre ellos está en la cantidad de hectáreas utilizadas en la agricultura. En la agricultura familiar, las plantaciones de palma deben tener un máximo de 10 hectáreas. Por encima -y llegando hasta las 1.220 hectáreas- son productores integrados”, destacó Bigarelli, quien ha celebrado los resultados y números alcanzados por el proyecto. “Es una iniciativa que sirve de modelo para el mundo”, definió.
“El año 2021 terminó con estas familias alcanzando un ingreso promedio de 228 mil reales. Este dinero se quedó en el estado y se distribuyó entre las familias. Circuló por la región y permitió poder adquisitivo y circulación de la economía”, observó Felipe.
Las tierras de los agricultores familiares se concentran en el municipio de Moju. Por su parte, los productores integrados están en mayor concentración en los municipios de Tomé-Açu y Tailandia. La logística de transporte para el flujo de producción a la empresa es más fácil.
Doña Iracema Pinto, de 60 años, tiene siete hectáreas de terreno dedicadas exclusivamente a plantaciones de palma. Su familia era de Bujaru, pero logró establecerse en Moju. Hoy, ya planea expandir la plantación de palma aceitera. “Tengo tres hectáreas donde cultivamos acaí, copoazú y mandioca y otras especies, pero enfocados en nuestro sustento. Nuestro trabajo actual es con todos los frutos de la palma que le vendemos a Agropalma”, destacó.
El esfuerzo ha sido tan exitoso que la familia necesitó organizarse para mejorar su rutina de trabajo. En este sentido, Iracema cumple el rol de coordinadora dentro de la estructura que la familia ha configurado. “Mis hijos siguen en el trabajo manual, ocupándose directamente de la producción. Asumo otras funciones, pero cuando es necesario los acompaño al campo”, dijo.
La matriarca llegó al proyecto en 2005. Prefiere no recordar lo difícil que fue la vida y las necesidades por las que pasó. “Hoy solo hay felicidad”, definió. “Tengo mi propia casa, mis hijos están construyendo sus casas. Mi menor está terminando el bachillerato, va a sacar su licencia de conducir para comprarse una moto e irse a la universidad el próximo año”, enumeró sobre los logros que ha alcanzado la familia. “Tener tu casa y tu trabajo, dignos, es uno de los mayores logros que puedes tener en esta vida. A mi nombre, ahora, hasta saco una línea de crédito en los bancos, por si quiero invertir”, declaró.
Otra matriarca que juega un papel protagónico en la cultura palmera es ngela María Santos, también de 60 años, quien acaba de comprar un auto. “Ya he construido mi casa. Entré en la fase de implementación del programa que estaba en el Proyecto 3. El programa tiene cinco proyectos, yo soy parte del tercero”, comentó.
Doña ngela es una mujer de frases cortas, pero de gran determinación. Ella cree que no hay secretos para poder crecer con el cultivo de palma. “Simplemente no tienes que tener miedo de trabajar. Recuerdo que cuando empecé, trabajaba de domingo a domingo, hoy descanso los fines de semana. Hoy contrato gente para trabajar con mi familia”, dijo.
El proyecto atrajo a productores de otras zonas
Jabrair Ferreira de Goiás llegó a Pará en 2012 con la intención de comprar tierras para cultivar soja. Hablando con un hombre de negocios en Tailandia, aprendió sobre el modelo de negocios que era diferente a todo con lo que había tratado en el campo. “He trabajado con ganadería y soja. Cuando vi los números de la cadena productiva de la palma, me sorprendí. Fui a Agropalma en busca de más información y para involucrarme en el proyecto. Hoy tengo 350 hectáreas de plantaciones de palma y puedo emplear a varias familias. Quiero decir, antes quería garantizar sólo el sustento de mi familia. Ahora ayudo a otros a llevar comida a la mesa y hacer sus sueños realidad”, comentó el productor.
La propriedad de Jabrair tiene un total de 519 hectáreas. De estas 169 hectáreas son áreas boscosas que luchan por conservarse y preservarse en la región. “Es parte del requisito legal para trabajar”, señaló.
Las tierras que adquirió fueron utilizadas para pasto (ganado). En los últimos años he logrado recuperar algunas zonas y mantener el bosque en pie.
Preguntado por su relación con Agropalma, Jabrair mostró confianza y respeto por la empresa. “Cuando comencé, ella no tenía plántulas de palma. Se las compré a otra empresa, pero desde un principio Agropalma dio señales de que compraría mi producción y así lo hace hasta el día de hoy. Fertilizantes y todo el material necesario para la siembra, así como la cosecha, lo obtengo a través de ella (de Agropalma), quien me da asistencia técnica y ahora tiene plántulas. Estos nuevos que están viendo que estoy sembrando los adquirí con la empresa”, señaló sobre la plantación, que está siendo ampliada.
“No sabía, pero ahora sé que el camino para el desarrollo de la región pasa por el cultivo de la palma”, declaró el productor integrado.
Ampliación de 12.000 hectáreas para los próximos 4 años
El coordinador del Área Agrícola de Agropalma, Antônio Jorge Corrêa, participó en la implementación de todas las etapas del proyecto Programa de Integración y Agricultura Familiar de Agropalma. Explicó que la implementación se dio a través de cinco proyectos. “Cada proyecto de agricultura familiar tiene 500 hectáreas de plantaciones de palma”, explicó. Cada hectárea equivale a un campo de fútbol.
“La iniciativa fue exitosa porque es una alianza y la seguiremos manteniendo para seguir adelante. Agropalma realiza charlas con agricultores, los capacita, realiza estudios socioambientales. Hay mucho trabajo de preparación y aún después de iniciada la actividad, la empresa permanece unida brindando asistencia técnica”, dijo el coordinador, quien es uno de los rostros de la empresa más conocidos por las familias de agricultores.
“La empresa ahora se está preparando para ampliar el proyecto y en 3 a 4 años pretendemos llegar a 12 mil hectáreas de plantaciones de palma y la agricultura familiar está incluida en este plan”, declaró Jorge.
Fuente: Diário Online